Dulce, ácida, amarga...qué recordamos cuando consumimos una fruta, aquel bocadillo o golosina que nos acompaña a cualquier hora del día, y siempre será un placer degustar: su aroma, su textura, su presencia, su sabor... realmente es una experiencia, desde el momento que llega a nuestras manos hasta cuando termina su recorrido en nuestro gusto, pero la sorpresa concluye cuando es una especie conocida (naranja, banano, manzana), y esperaríamos encontrar alguna novedad en otro fruto...

Y es allí, en la espesa selva amazónica donde hay especies aún por explorar, ocultas para la civilización, esperando ser descubiertas, buscando seducirnos, sorprendernos con su reservada exquisitez y tentándonos por su misterio, entregándonos vitalidad, saciando nuestra sed, como fuente de energía o para "calmar" alguna enfermedad.

Las frutas propias del Amazonas, son, entonces, hallar un tesoro y serán un motivo para transformarlas, dándoles un valor agregado por medio de la liofilizacion (método de deshidratación), para introducirlas en el centro del país, empleándolas en nuevas propuestas gastronómicas y así complacer a exigentes comensales.